sábado, 29 de septiembre de 2012

PENULTIMO ESPEJISMO


De madrugada, y tras releerlo y recitarlo en voz alta varias veces, cayó en la cuenta de que había escrito su mejor poema. Un poema de amor dedicado a la mujer que le había devuelto la inspiración y la fe perdidas tras mil y un espejismos vanos. ¡Está en cada verso, en cada palabra, en cada silaba! Se dijo mientras encendía un último cigarrillo antes de volver a la cama a su lado. Entonces oyó la puerta de la calle: Era ella, se fue sin darle explicaciones ni despedirse, y jamás regresó.


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