Se miraron a los ojos. Él comprendió que aquel encuentro no
era algo casual. Que ella tenía las claves de su futuro en las manos. Supo que
de lo que dijera dependería esa inesperada relación apenas iniciada. Estaba
nervioso, emocionado e incluso triste, pero en el fondo esperaba que esta vez
todo saliera bien. La joven era hermosa y parecía tranquila, casi indiferente.
Ella dejó de mirarlo y su voz sonó firme y resuelta, -Bueno, don Carlos, como
ya le dije hemos detectado irregularidades en su declaración de la renta.
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