En el salón, a la luz de las velas, envuelto en la música de
Chopin, lleno mi copa frente a otra vacía. Se dice que da mala suerte brindar
si el otro no bebe, ya no digamos si ni siquiera está presente. ¡Se dicen
tantas cosas! Por la ventana entra una brisa suave que mece las cortinas. En el
jarrón suspiran seis rosas, una roja junto a cinco blancas. Como palomas, las
manos de Valentina Lisitsa vuelan sobre el teclado. Los sutiles dedos de esta
mujer no presionan las teclas, las acarician. ¿Recuerdas el nocturno nº 2? ¡Claro
que lo recuerdas! Al que ya has olvidado es a mí. No te culpo.
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