La idea es que tú ya no eres la que eras ni yo tampoco soy
el mismo. Digamos que somos dos extraños en la barra de un bar. Podríamos
tomarnos una copa para romper el hielo. Quién sabe, tal vez sea posible que
hablemos sin blindarnos el corazón ni afilar las palabras. Mejor no
preguntarnos nada. ¿Sabes?, hacerlo sería como jugar a la ruleta rusa. Si se
nos disparase una pregunta y nos hirieran el silencio o la respuesta, sobra
decirte lo que vendría después. Mujer, no es tan difícil coincidir en un tema
que nos haga olvidar el reloj y tú teléfono que no suena. Cierto que no es
momento para brindis, ¿por qué íbamos a brindar tú y yo? ¿Por él, por ella, por
nosotros tal vez? Entiendo, sé que tienes que irte; deja que yo pague la
cuenta.
viernes, 13 de mayo de 2016
sábado, 7 de mayo de 2016
EL BRINDIS
En el salón, a la luz de las velas, envuelto en la música de
Chopin, lleno mi copa frente a otra vacía. Se dice que da mala suerte brindar
si el otro no bebe, ya no digamos si ni siquiera está presente. ¡Se dicen
tantas cosas! Por la ventana entra una brisa suave que mece las cortinas. En el
jarrón suspiran seis rosas, una roja junto a cinco blancas. Como palomas, las
manos de Valentina Lisitsa vuelan sobre el teclado. Los sutiles dedos de esta
mujer no presionan las teclas, las acarician. ¿Recuerdas el nocturno nº 2? ¡Claro
que lo recuerdas! Al que ya has olvidado es a mí. No te culpo.
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