Cuando descendí al infierno ignoraba que lo era. El diablo
que me recibió no era feo, cruel y despótico, sino todo lo contrario. Incluso
sonreía. Después, al decirme dónde estaba, recordé todo lo malo que me habían contado
de ese lugar y sentí un miedo atroz. Pero, para mi sorpresa, no vi llamas, ni
calderas, ni potros de tortura, ni monstruos con tridentes. Sólo cuando reparé
en la inmensa multitud de gente, en cómo me miraban, cuchicheaban en voz baja
unos con otros y me volvían la espalda sin dirigirme la palabra, para continuar
vociferando entre ellos riendo a carcajadas, pensé: ¿He de estar aquí, con
estos, por toda la Eternidad?. Sin un sólo momento de soledad, siempre rodeado
de zafias alimañas hasta acabar convertido en una de ellas. Imposible imaginar
un tormento mayor. ¿Si este es el infierno, qué es el Cielo? le pregunté a Luzbel,
y contestó impasible: Lo que tú llamas cielo es la nada.
LOS CUENTOS DEL BÚHO
martes, 3 de julio de 2018
sábado, 29 de julio de 2017
EL DON DE LA PALABRA
En un lejano reino cuyo nombre olvidé, los dioses encargados
de repartir los dones a los recién nacidos, al último en nacer, a falta de otro
mejor, le concedieron el don de la palabra. La más antigua y sabia de los
inmortales lo miró con ternura y sentenció: tú serás siempre el más desdichado
de todos. Lo que digas o escribas consolará a los otros, pero cuando precises
comprensión y consuelo, lo que hoy te concedemos no te servirá a ti.
viernes, 13 de mayo de 2016
VIDRIOS ROTOS
La idea es que tú ya no eres la que eras ni yo tampoco soy
el mismo. Digamos que somos dos extraños en la barra de un bar. Podríamos
tomarnos una copa para romper el hielo. Quién sabe, tal vez sea posible que
hablemos sin blindarnos el corazón ni afilar las palabras. Mejor no
preguntarnos nada. ¿Sabes?, hacerlo sería como jugar a la ruleta rusa. Si se
nos disparase una pregunta y nos hirieran el silencio o la respuesta, sobra
decirte lo que vendría después. Mujer, no es tan difícil coincidir en un tema
que nos haga olvidar el reloj y tú teléfono que no suena. Cierto que no es
momento para brindis, ¿por qué íbamos a brindar tú y yo? ¿Por él, por ella, por
nosotros tal vez? Entiendo, sé que tienes que irte; deja que yo pague la
cuenta.
sábado, 7 de mayo de 2016
EL BRINDIS
En el salón, a la luz de las velas, envuelto en la música de
Chopin, lleno mi copa frente a otra vacía. Se dice que da mala suerte brindar
si el otro no bebe, ya no digamos si ni siquiera está presente. ¡Se dicen
tantas cosas! Por la ventana entra una brisa suave que mece las cortinas. En el
jarrón suspiran seis rosas, una roja junto a cinco blancas. Como palomas, las
manos de Valentina Lisitsa vuelan sobre el teclado. Los sutiles dedos de esta
mujer no presionan las teclas, las acarician. ¿Recuerdas el nocturno nº 2? ¡Claro
que lo recuerdas! Al que ya has olvidado es a mí. No te culpo.
martes, 13 de octubre de 2015
EL VASO DE WHISKY
Esperaba encontrarlo borracho y sumido en la bruma de su
depresión crónica, desaseado, oliendo a rancia humanidad y a tabaco frío. Me
sorprendió verlo bien trajeado, afeitado y oliendo a colonia cara. Acodado en
su escritorio frente a un vaso de whisky lleno hasta el borde, que parecía no apetecerle
y con el que, cuando yo alcé el que acababa de servirme, se negó, con gesto displicente,
a brindar. Por un momento olvidé mi pequeño discurso, minuciosamente elaborado
y ensayado la noche anterior, sobre la responsabilidad de un escritor con
quienes le habíamos anticipado fuertes sumas de dinero a cuenta de una novela
de la que ni siquiera se dignaba a comentarnos nada. Sus incumplimientos y
demoras eran tan habituales que lo insólito habría sido recibirla en la fecha
pactada, pero su inesperado cambio de aspecto y su aparente sobriedad me desconcertaban
tanto que, cuando señalando a un grueso paquete de folios, me dijo: ahí la
tienes, lejos de sorprenderme lo encontré de lo más natural.
Seguro que no sale de su asombro y cuanto pensaba decirme se le ha borrado de pronto, y ahora se debate entre darme la enhorabuena y las gracias o echarse a llorar de felicidad. En el fondo es un romántico al que un día sus socios decapitaran por arriesgar demasiado en fulanos como yo. Lo que no sabe es que esa es mi última novela, porque en ella, como en todas las anteriores, lo que me impulsaba a escribirlas era el deseo de encontrar en la ficción un determinado arquetipo de mujer. Ahora que lo he hallado en el mundo real, ya no necesito escribir más, y lo único que me apetece es vivir. Ni más whisky ni más historias que inventar.
Seguro que no sale de su asombro y cuanto pensaba decirme se le ha borrado de pronto, y ahora se debate entre darme la enhorabuena y las gracias o echarse a llorar de felicidad. En el fondo es un romántico al que un día sus socios decapitaran por arriesgar demasiado en fulanos como yo. Lo que no sabe es que esa es mi última novela, porque en ella, como en todas las anteriores, lo que me impulsaba a escribirlas era el deseo de encontrar en la ficción un determinado arquetipo de mujer. Ahora que lo he hallado en el mundo real, ya no necesito escribir más, y lo único que me apetece es vivir. Ni más whisky ni más historias que inventar.
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